23 oct 2014

La Visión del Crédito


Salomón Raydán
Los malos programas de crédito son altamente responsables del fracaso y la frustración de miles de personas que de manera equivocada ponen en el crédito la respuesta a sus problemas.
¿Cómo visualizamos el crédito? ¿Qué significa para los venezolanos de los sectores populares tener acceso al crédito? ¿Por qué tanto esfuerzo puesto en obtener el crédito que nos permita arrancar el negocito, para luego fracasar irremediablemente?
En todos los años que tengo implementando la metodología de Bankomunales, no me deja de asombrar la manera tan peculiar en que algunos venezolanos percibimos el crédito. Detrás de este concepto hay toda una mitología fascinante y muchas veces perversa, que afecta considerablemente nuestra posibilidad como sociedad de crecer económicamente.

Para simplificar podemos decir que el crédito lo percibimos de dos maneras: En primer lugar hay un grupo que lo ve como una oportunidad para acceder a unos fondos, sin pensar en su pago o devolución. Es como "el pedacito de petróleo que a mí me toca", me comentó un día un pescador del estado Sucre, cuando revisamos su historial de crédito con el extinto Instituto de Crédito Agrícola y Pecuario (ICAP). Su expresión no era para nada novedosa, pues es una frase que de alguna u otra manera escuchamos muchas veces los que hemos estado en contacto con programas de crédito. Debo decir sin embargo y con honestidad que, si bien esta visión existe, no es la que más persiste, ni la más frecuente.
Cuando estamos creando un Bankomunal siempre le hablamos al grupo de lo que llamamos "la fase de la piñata". Este es un período que se presenta al inicio de las operaciones de crédito del Bankomunal y se refiere a algunos miembros de la comunidad que están como con un palo en la mano, esperando darle el primer golpe a la piñata, o en otras palabras, esperando el primer crédito para no pagar. Afortunadamente la metodología que hemos desarrollado conoce muy bien esa visión del crédito y toma medidas para prevenir que la piñata se rompa o que al menos su ruptura sea peligrosa.
Hay otro grupo muy numeroso, normalmente los más necesitados, que perciben el crédito bajo la visión de lo que llamamos "La gran solución". Se ve en el crédito la solución a los problemas, "es el capital que al fin nos va a permitir arrancar", tanto es así que el crédito se convierte en el gran reto, se persigue, se desea, se procura con afán, porque se piensa que con él, se solucionarán los problemas.
Lamentablemente esto no es así y de hecho podría decir sin temor a equivocarme, que el crédito dado desde una estructura financiera mal diseñada, es muy culpable del fracaso empresarial de muchos de sus clientes. Los malos programas de crédito y especialmente de microcrédito, son altamente responsables del fracaso y la frustración de miles de personas que de manera equivocada ponen en el crédito la respuesta a sus problemas económicos. De la misma manera, los buenos programas de microcrédito, y existen muchos en el mundo, son verdaderas herramientas para lograr generar ingresos y sacar a la gente de la pobreza.
Estoy convencido después de estudiar y trabajar por años en programas de microcrédito y conocer muchos programas de microempresas, que en el entorno latinoamericano la mayoría de las empresas pequeñas, que llamo nano-empresas, no requieren crédito para iniciar operaciones, pues los montos son tan pequeños, que no vale la pena financiarlo desde programas de microfinanzas. El crédito solo constituye un factor de crecimiento económico relevante cuando se cumplen ciertas condiciones específicas que lo justifiquen, y en la mayoría de las nano-empresas esto no ocurre hasta que se han convertido realmente en "pequeñas empresas".
Lo que me parece más importante de rescatar, sin embargo, es la visión que se tiene del crédito y cómo esta visión puede afectar negativamente la dinámica económica de un nano-emprendedor y su familia. La fantasía que acompaña la obtención de un crédito generalmente contribuye a que se piense más en el crédito que en el negocio y por lo tanto que se concentren las energías en obtener el crédito y no en analizar y estudiar el negocio.

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