24 jul 2014

Ahorrar: Sueño o pesadilla



 Por: Salmón Raydán
Hemos analizado el tema del acceso al ahorro, como una necesidad, aun más importante que el acceso al crédito. Lamentablemente el movimiento del micro crédito ha mantenido subyugada esta realidad, pues todo el esfuerzo se ha montado sobre establecer caminos para acceder al crédito y no al ahorro. Afortunadamente cada día más en los escenarios internacionales la gente imbuida en el tema de las micro finanzas comienza a hablar con mayor frecuencia sobre la conveniencia y necesidad de impulsar programas de micro ahorro. Esto es bueno que suceda, pues como he repetido muchas veces, los pobres no solo tienen capacidad de ahorrar, sino necesidad de hacerlo. Para los sectores de menores ingresos el ahorro representa la alternativa más importante frente a la compleja realidad de su día a día. Si bien para la clase media ahorrar es importante, para los pobres es imperioso, pues mientras los primeros en caso de emergencia tienen alguna alternativa de acceder a capital, de financiarse (ayuda de familiares, préstamos bancarios, venta de activos, etcétera), los segundos saben que las posibilidades de lograr dinero urgente, mas allá de lo poco que se pueda tener guardado, son muy escasas, por no decir que imposibles.

La manera tradicional en que los pobres colocan sus ahorros, son los llamados mecanismos informales. Algunos individuales y otros colectivos, entre ellos los potes, los susu, los clubs de ahorro, las prendas, los activos, las cajitas.
Dado que comienza la sociedad en general a salir del letargo dejado por la obsesión del micro crédito y se amplía la visión hacia otras necesidades importantes que garanticen la plena ciudadanía económica de los pobres, parece sensato revisar la estrategia que debe operar para desarrollar planes masivos de ahorro. Lo primero que deberíamos hacer, es aprender de la larga experiencia del micro crédito y ver que, mucho de lo bueno, puede terminar siendo muy malo.
A partir del famoso cuento de la hormiguita que guardaba para el invierno, todos hemos aprendido desde niños que “ahorrar es bueno”. Siempre nos regalaban la alcancía del cochinito para que fuésemos poniendo nuestras monedas y al final poder adquirir lo que necesitábamos. Lamentablemente la realidad económica hace que ese esas fábulas no sean más que eso, pues ahorrar en condiciones negativas para el ahorro, es simplemente en mi opinión una tontería.
Muchas veces nos plantean que apoyemos campañas con el fin de buscar que en los sectores populares se ahorre, claro, esto entendiendo el ahorro solo como la acumulación de dinero en los bancos. Siempre nos hemos negado a hacerlo, tanto porque consideramos que existen y los pobres utilizan sus propios mecanismos de ahorro, como porque nos resulta algo inmoral plantear a la gente que ahorre, para que al final de cuentas sean más pobres.
Si bien es cierto que los mecanismos informales que las personas con escasez de recursos utilizan para el ahorro son inseguros y de mala calidad, no es menos cierto que los instrumentos formales de ahorro, que no lo rentabilizan adecuadamente, son también muy poco recomendables. Aquí no solo nos referimos al hecho brutal de que los montos que coloco en el banco, dentro de un año tienen un valor adquisitivo menor, debido a la inflación, sino también a la complejidad que significa movilizar ahorro en el sistema bancario tradicional.
No conozco un estudio serio sobre el asunto, pero el tiempo promedio que una persona pasa en un banco para movilizar sus fondos de ahorro es muy alto, si tomamos en cuenta no solo las largas colas, sino también los tiempos de traslado o transporte para llegar a la agencia correspondiente.
La verdad del asunto es que muchas veces ahorrar, al menos en la forma tradicional que se entiende el ahorro, resulta ser un muy mal consejo. Para pedirle a la gente que ahorre, deben existir condiciones adecuadas y esto supone, requisitos y condiciones que faciliten el ahorro, rentabilidad positiva de los recursos colocados, productos financieros que se ajusten a las necesidades de las personas y facilidad de movilización.
Las personas independientemente de sus niveles de ingreso deben medir con cuidado hasta qué punto el ahorro los favorece. No quiero decir con ello que el ahorro no es bueno. Por el contrario creo que es un elemento central a la hora de diseñar y planificar las finanzas familiares. Igualmente, más allá del ámbito familiar el ahorro es uno de los impulsores del sistema económico, pues permite que fondos que no se están utilizando en un momento dado, puedan ser transferidos a través del crédito a sectores productivos que lo necesitan. Lo que queremos decir es que para que nosotros, como Fundación que apoya los sectores populares, consideramos que el ahorro necesita condiciones adecuadas.
Ahora que comienza el furor del micro ahorro, no vayamos a cometer los mismos errores que con el micro crédito. Ahorrar por ahorrar, lo mismo que colocar crédito por colocar, sin medir adecuadamente las condiciones en que esto ocurre, puede resultar a la larga un gran error.

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